El Mercurio, por Carlos Peña, 26/12/2010, extracto.-
Ricardo Ezzati -recién electo arzobispo de Santiago- sostuvo que no teme discutir acerca del aborto; aunque reclamó un diálogo "que nazca de razones".
¿Cuáles serían las bases del diálogo que monseñor reclama? Las que siguen pueden ser un punto de partida.
Ante todo, es imprescindible reconocer que la vida humana es un valor que interesa a todos. A moros y a cristianos. Y que ello incluye al nasciturus .
Ese valor que se concede a la vida es, sin embargo, un valor prima facie . Porque todos saben que hay múltiples circunstancias en que la vida -incluso la vida adulta- puede ser sacrificada. La guerra justa, la legítima defensa, la pena de muerte o el estado de necesidad son casos que la propia Iglesia alguna vez ha admitido. Y sobra decir -como explica Atienza- que si la vida fuese un valor absoluto, existiría la obligación moral de sacrificar a él todos los otros bienes (incluida la propiedad ajena).
No cabe duda. Invocar el valor de la vida no es un argumento concluyente. Se requieren razones adicionales.
Y es que el valor de la vida es un valor prima facie , a primera vista, no a ultranza, no es un valor que en todas las circunstancias derrote a cualquier otro. Por eso no basta proclamar a la vida como un valor -como a veces lo hace la Iglesia- para justificar la oposición a todas las formas de aborto.
De otra parte, hay cosas que nunca podrán ser dilucidadas. Hay fuentes permanentes de desacuerdo entre los seres humanos.
Una de ellas es el significado del sufrimiento humano.
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