domingo, 2 de enero de 2011

Cine - Cambios en la familia - por Álvaro Matus | LA TERCERA

LA TERCERA, por Álvaro Matus, 30/12/2010.-

(A propósito del film Mi Familia)

La historia de la literatura podría concebirse a partir del modo en que aparecen las relaciones entre padres, hijos y hermanos. La familia es por lejos nuestra primera escuela de humanidad, como lo demuestran el deseo de Héctor en La Ilíada de que su hijo sea mejor que él o la unidad infranqueable de los Buendía contra la dispersión en Cien años de soledad. Pero en el hogar también se vislumbran zonas ambiguas o disociadas. Basta recordar las luchas encarnizadas de Los hermanos Karamazov, la frialdad del protagonista de El extranjero en el entierro de su madre o las palabras extremas de Beckett en Molloy: "Mi hijo sólo iba a servirme de estorbo".

La familia nos moldea y nos persigue. Ahora, cuando el discurso de unidad familiar se vuelve un tanto estridente, el progresismo por su lado nos quiere convencer de que tras la respetable fachada de esta institución se esconden las peores infamias. La familia está cambiando, qué duda cabe, pero sigue siendo la piedra angular de las relaciones afectivas y sociales. Claudio Magris, en un ensayo excepcional, incluido en el no menos excepcional volumen Alfabetos, sugiere que las alteraciones que la afectan tendrán consecuencias en nuestra forma de relacionarnos, de pensar y hasta de narrar. "No es posible que un niño hijo de tres madres -la que genera biológicamente, la que lo alberga en el útero, la que lo adopta y, tal vez, una cuarta que lo cría en lo material- no tenga una estructura afectiva diferente (no por fuerza mejor o peor) que el niño nacido y crecido según los patrones tradicionales, por no hablar de las clonaciones, de los hijos de un solo padre y de los híbridos que nos propone el futuro".



Cuanto más se aceleren los desarrollos en el campo de la ingeniería genética, más incierto se volverá el escenario. No hay que ser adivino para vaticinar que vienen tiempos complejos. Recientemente, sin ir más lejos, la película Mi familia presentó a una pareja de lesbianas -Nic y Jules- que tiene dos hijos engendrados con el semen del mismo donante. Cuando la muchacha cumple 18 años y está a punto de irse de la casa para ingresar a la universidad, accede a la petición de su hermano menor de conocer al progenitor. Sólo ella tiene la potestad de ubicarlo. El encuentro de ambos con el "padre" y más tarde con las madres impacta de diferentes formas: Nic, una doctora levemente alcohólica, reacciona con hostilidad ante el aparecido, intuyendo que amenaza la unidad del grupo. A Jules, por su parte, que ha postergado su carrera profesional por el hogar, se le mueve el piso en forma impensada y gatilla una crisis profunda en la familia. No menos interesante es la metamorfosis que experimenta el hombre, Paul, un empresario gastronómico alternativo (en su restaurante sólo se sirven verduras orgánicas) y medio hippie al que se le abre un campo emocional desconocido. "¿Por qué donaste tu esperma?", le pregunta su hijo. Se trata de una duda que apenas disimula la inseguridad que le provoca saber que sus orígenes están asociados a una transacción comercial por la que Paul cobró 60 dólares.

Aunque se aparte del patrón tradicional de papá y mamá, la cinta también transmite una fe enorme en la familia, en su capacidad para sobreponerse a la incomunicación, la infidelidad, el envejecimiento y la desgastante rutina. Es una cinta llena de matices y donde los silencios adquieren importancia a medida que se acerca el final. En una época de cambios radicales, quizá lo único sensato sea lo que logra esta película: plantear unas cuántas preguntas sobre la continuidad de la vida como la hemos entendido hasta ahora.

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