Estrategia On-Line | Colmnistas, por Rodrigo Jordán, Fundación Superación de la Pobreza, 10/12/2010.-
Controversia ha generado la diferencia en los resultados de la medición de la pobreza entre Mideplan y Cepal, en base a la Encuesta Casen. Como ya se ha explicado, una decisión técnica del organismo internacional en 2007, justificada en una inusual elevación del precio de los alimentos a nivel mundial, modificó la línea que determina quienes se considerarán “pobres” o “no pobres” por ingresos, para efectos estadísticos, y esto redujo el porcentaje de población considerada en esa situación. Por su parte, Mideplan optó por mantener los parámetros del instrumento, lo que implicó que se contabilizaran más personas en pobreza.
Ambos resultados han tenido lecturas técnicas y políticas, partidarios y detractores. Quizá, como país, es el momento de aprovechar el debate para que quede instalado: ¿estamos haciendo un buen monitoreo de nuestra realidad social?, ¿está nuestro método de medición de la pobreza, a la altura del nivel de desarrollo que hemos logrado? Hay muchas formas de medir la pobreza y se han creado diversos métodos, todos cuestionables y todos con resultados distintos, por eso el que se elija, requiere de un amplio y universal consenso país, ser aplicado con racionalidad y estabilidad, pues es lo único que permite analizar trayectorias y tomar decisiones de política social.
Para la Casen post terremoto, por ejemplo, veremos que el método actualmente en uso es menos sensible a la pérdida de bienestar en ámbitos distintos al ingreso, como la vivienda. En ese sentido, hace años que la FSP viene sosteniendo no sólo la necesidad de actualizar la canasta en base a los nuevos patrones de consumo, sino que es necesario también complementar nuestra medición por ingresos, con otras que se hagan cargo de la multidimensionalidad de la pobreza.
Valoramos procesos que busquen los consensos y afirmamos que es necesario revisar el método de medición, pero por sobre todo, quisiéramos re-centrar el actual debate de expertos y políticos en torno a las cifras, e invitar a reflexionar sobre el día a día de quienes viven la pobreza y no perder la conexión con la cotidianeidad del problema.
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