Chron - La Voz de Houston, AP, 12/10/2010 03:43 PM, extracto.-
A pocas horas del inicio del rescate de los 33 mineros atrapados en las entrañas del desierto, sus familiares aguardan el final de su espera, que a menudo resultó interminable, con una mezcla de alegría, ansiedad, nervios e impaciencia.
Contrariamente a lo esperado, no pasaban las últimas horas levantando las tiendas del Campamento Esperanza, que fue su hogar por más de dos meses.
Parecen ocupados preparándose para el reencuentro y tal vez pensando que dirán a su minero cuando salga.
Tras el derrumbe del 5 de agosto que sepultó a los mineros 700 metros bajo tierra en la mina de cobre y oro al norte de Chile, las familias fueron llegando de poco, instalándose en rudimentarias tiendas, a veces sólo en una silla. Con el paso de las semanas, las tiendas ganaron colchones y llegaron más sillas, mesas improvisadas, objetos de cocina. Se estableció un sector aparte para encender fogatas y braseros, indispensables para soportar las bajas temperaturas nocturnas del desierto chileno.
La mayoría de los familiares pasó las últimas horas nerviosamente, preparándose para subir a una explanada cercana al túnel de evacuación de los mineros. Cada trabajador escogió a los tres parientes que como máximo autorizó el equipo médico para estar allí.
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